miércoles, 18 de julio de 2007

Eterna Agonía



Había estado observando por largo rato aquellas frías gotas de invierno. El reflejo del agua sobre el mojado piso de barro no dibujaba mas que mi oscura silueta. Hipnotizado iba caminando por un angosto camino de hojas que al pisarlas bajo mis negros zapatos, crujían como la madera ardiendo en llamas. El ambiente se tornó más frío y desértico, ningún alma parecía moverse bajo la espesa lluvia que reinaba en las calles, era sólo yo en aquella fría noche de invierno. Mi reloj marcó las ocho de la noche y me encontraba completamente solo, totalmente empapado bajo la tormentosa lluvia que caía sin control sobre las posas vibrantes de agua. Traté de observar dentro de mi mente, intentando encontrar la respuesta a todo lo que ocurría frente a mis ojos, en dónde me hallaba, completamente indefenso, bajo aquellas lágrimas de luna, que bordeaban cálidas sobre la vereda de la calle; pero mi mente estaba dormida. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, cuando una punzante brisa envolvió mi cuerpo. Temblando me incorporé y retome mi marcha desenfrenada.

Una casona vieja y húmeda, bordada y cubierta completamente por enredadas hojas que crecían, al parecer sin control sobre sus oscuras y firmes murallas. Sentía frío, fue una de las razones por la que accedí a aquella oscura, y acogedora casona. Dentro no se escuchaba nada más que los truenos amenazadores, temblando allí afuera en las calles de un pueblo desconocido. Aun temblando, e iluminado solamente por milésimas de segundos al caer los relámpagos con furia sobre la tierra haciendo estremecer con un ruido fuerte las débiles ventanas de la habitación, voy buscando fósforos sobre la mesa del comedor para prender los candelabros. Siempre me ha impresionado la fuerte pasión que me provocaba la tenue luz de las velas, cálidas y nítidas, tétricas como aquella casona de invierno, y es que cada segundo de mi cansada existencia se veía reflejado en esas vacilantes llamas del infierno.

Con la luz que irradiaba de los candelabros pude vislumbrar algo, que oscuro y sombrío, se acercaba hacia donde me encontraba, una fría brisa amenazó punzante en dejar sumida en la oscuridad completa aquella casona, fría y oscura como la silueta que desaparecía.

Completamente absorto me incorporé de aquel estado de congelamiento. Aquella sombra que hace unos pocos segundos amenazaba con estrecharme entre sus brazos, causo en mi una terrible tristeza. Fugaces como los rayos nocturnos, reyes de las oscuras calles de invierno, llegaron a mi mente las escenas de un acontecimiento brutal, el más perturbador de mi aterrada existencia. Rápido como pude, llegué a las escaleras que conducían hacia el segundo piso. Al pisar los escalones habitados por terribles telarañas aglomeradas sobre la madera, en mi cabeza se produjo la extensa angustia del suspenso. Mis ojos que desorbitados presenciaban el brutal acontecimiento y mi cuerpo que en cualquier momento parecía desmoronarse, observé aterrado, yacido sobre la cama, las siluetas frías y desgarradas de los dulces amantes, el cual de sus labios se iba derramando el rojo ardiente de su cálido veneno.


¡Oh dulces amantes! Acaso la fría noche congeló sus corazones, que hace unos segundos se unieron en el acto de la muerte. ¡Oh querida mía! Prométeme que esta noche no te irás de mi lado ni por las más terribles circunstancias que causaron mi agonía en ese dulce beso de muerte. ¡Abre los ojos querida mía! Que empiezas a manchar mi cuerpo con tu rojo fuego de locura, ¡no dejes que nos descubran en este eterno momento! Ya que mi cuerpo inerte tumbado al lado del tuyo, perdurará en la memoria de nuestros fríos corazones por el resto de los días de invierno, en aquella casona, nuestra casona, eternamente.

2 comentarios:

Francisca dijo...

Soy una psicopata que encuentra los blog de la gente que aprecia :).
Creeme que sentí escalofríos al leerte. Una nostalgia, una ganas de recibir una abrazo. Un... no sé, indescriptible. Sólo te pido, John, por favor, escribe más. Es una humilde petición. De una humilde niña que te quiere y mucho.

:D

Mr. Rodrigo dijo...

Increible como hasta en los lugares más mugrientos, dolorosos y negros, siempre es posible encontrar gotas de amor.
Hermoso escrito...believe on U