Hacia las montañas se alza desnuda su pálida figura. Su rostro cubierto por su cabello, besado por un velo azulado, mira hacia la nada en busca de la nada. Como en trance hipnótico voy besando su lamento; Los cielos lloran y seguirán llorando en las sombras de la noche por la nada.
Ella da media vuelta y descubro con la mirada sus labios, pálidos, fríos, secos y amargos, sus ojos amenazantes se vuelven en todas las direcciones buscando aquello que no existe. Relámpagos, nubes y lluvia, los cielos lloran y seguirán llorando por la nada. Me estremezco al ver fu perfil perfecto y sublime, de sus ojos nace el tormento y el fuego que quema en lo profundo de la nada; la soledad me embriaga y ella no parece notarlo, mantiene su figura intacta e inexpresiva. En busca de algo que yo tengo, pero ella no parece notarlo. Mis ojos rompen los mares que se secan en mi boca, corren, huyen de la nada hacia la nada, donde se consumen hasta desaparecer en las comisuras de mis labios.
Ella parece notar mi mirada sobre sus ojos y rápidamente me observa cautelosamente; el fin estaba próximo y no podía evitarlo. Con mi mano alcancé su pelo, lo acaricie lentamente, apasionadamente. Cerró sus ojos y entreabrió sus labios. Recuerdo haberla besado hasta que nos ahogamos en nuestras lágrimas. Me miró queriendo pronunciar palabras pero la detuve con un dedo; no quise escucharla, no quise romper ese silencio eterno y agónico. Mi mano alcanzó el metal bajo mi abrigo… ya no podía evitarlo. Me arrodillé y quise decirle que la amaba, que la odiaba y extrañaba, que sus ojos son los culpables de mi angustia y sus labios de mi agonía; mi cuerpo no resistió y cayó a su lado. Recuerdo su mano tocando la mía aferrada a la daga, y con aire resulto me la arrancó de mi dominio, y mirando hacia el cielo lloró… lloró, no sé por cuanto tiempo pero siguió llorando mientras sus manos sangraban y mis ojos se cerraban. Quise besarla por última vez, y la tomé de su cintura para que cayera sobre mi pecho agónico. Gimiendo sus labios buscaron los míos, sus ojos se cerraron junto a los míos en la completa oscuridad de la noche, bajo la lluvia y la luna pálida y asesina.
Los cielos lloran y llorarán por siempre en lo eterno de nuestros corazones, que buscan la nada y entregan su vida a una pasión que estaba oculta y que hoy aparece indeseable en los ojos de la noche; en silencio perpetuo, del llanto infinito sobre nuestra lápida junto al mar … junto a la nada.